En noviembre de 1520 Pedro Girón capitaneó un ejército de la Santa Junta con el objetivo de tomar Medina de Rioseco donde se habían refugiado el cardenal regente, la mayor parte de los miembros del Consejo del Reino y un grupo nutrido de nobles.

Durante diez días, se mantuvo el sitio a la localidad de Medina de Rioseco, pero ante la negativa de la ciudad de aceptar la autoridad de la comunidad, frente al poder real, Girón el 3 de diciembre de 1520 movió sus tropas para tomar Villalpando.

Las tropas realistas tomaron nota del movimiento del ejército comunero. El día siguiente, 4 de diciembre, aprovecharon para tomar Villagarcía y desde allí marchar sobre Tordesillas, con el objetivo de liberar a la Reina Doña Juana. Ésta había sido recluida por su padre y su hijo en la villa y apartada de las tareas monárquicas, y sobre ella los comuneros tenían puestas sus esperanzas de conseguir legitimación para su causa, a través de su figura, convirtiéndola de nuevo en Reina de Castilla.

Tordesillas estaba defendida por cuatrocientos clérigos reclutados por Acuña, entregados a la causa comunera como una fe más. El enfrentamiento se prolongó durante cinco horas, produciéndose centenares de bajas entre ambos bandos. Finalmente, las tropas del Conde de Haro consiguieron acceder a la Villa, liberando a la Reina y a doña Catalina. El Conde autorizó el saqueo de las casas y consiguió apresar a trece procuradores de la Junta, consiguiendo escapar el resto de lo que allí se encontraban.

Muchos historiadores sitúan en la decisión de no continuar con el ataque a Medina de Rioseco la causa de la derrota final de la Comunidad. Y también son varios los que entienden que la motivación de no hacerlo está en que Pedro Girón traicionó la causa comunera. No viendo clara la victoria del bando rebelde negoció para conseguir el perdón real.

La derrota de Tordesillas colocó a la causa comunera en una diatriba. Si bien se impuso la facción que apostó por continuar con el conflicto armado para hacerse con el poder político del reino. Se decidió entonces emprender la conquista de Burgos, que por su poderío económico y cultural supondría una victoria importante para el bando comunero.

Sin embargo, a pesar de que a la ciudad mandaron un ejército a cargo del Obispo Acuña y Juan de Padilla, no consiguieron su objetivo ya que la sublevación en el interior de la misma se produjo antes de la fecha prevista, el 21 de enero de 1520. De esta forma, el Condestable de Castilla Íñigo Fernández de Velasco acabó fácilmente con la revuelta interna y pudo recuperar el castillo.

Es debido a esta circunstancia que la Comunidad requiere a Acuña para que inicie una campaña por las Tierras de Campos y del Cerrato para abastecerse de riquezas, ganado y nuevas tropas para la causa.

Texto elaborado a partir de:

Severino Rodríguez Salcedo. Historia de las Comunidades Palentinas. Palencia, Imprenta Provincial, 1953. Centro de Estudios Palentinos.