MATERIALES CONSTRUCTIVOS

La piedra caliza que se empleaba es de un color blanquecino y solía colocarse sin haber sido pulida previamente. A día de hoy se encuentra fácilmente si salimos a pasear por los páramos que circundan las localidades. Se iban seleccionando las piedras que por tamaño y forma mejor resultaban para la construcción de los muros.

El barro era utilizado para la confección de adobes. Los adobes son ladrillos de barro crudo secados al sol. A diferencia de otras zonas donde el barro es enteramente rojo que suele mezclarse con paja para garantizar su consistencia. Dado que la tierra del Cerrato tiene una alta concentración de yeso se obtenía una arcilla margosa, de color grisáceo ceniciento, conocida también como greda.

La teja árabe es una pieza de barro cocido a partir de arcillas más puras que se cuecen a más altas temperaturas y que otorgan una mayor capacidad de repeler el agua.

La argamasa es un tipo de mortero empleado como material de construcción en albañilería, compuesto por una mezcla de cal, arena y agua.

TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS

Elaboración del adobe: A pesar de su sencillez, requiere una serie de pasos: arrancada la tierra del barrero se criba perfectamente para limpiarla de impurezas: se amontona y mezcla con la paja, se añade agua al tiempo que se pisa para que todo quede bien humedecido. Una vez hecha la pila de barro se vuelca en unos moldes rectangulares de madera llamados gradillas, hormas, amacales o bancales. El barro se aprieta bien con las manos y el sobrante se elimina con un rasero. Finalmente se los pone a secar al sol, dándoles vueltas para que se sequen por todos los lados y no se resquebrajen.

Tapial: es una antigua técnica consistente en construir muros con tierra arcillosa, compactada a golpes mediante pisón utilizando un encofrado deslizante para contenerla. El encofrado suele ser de madera o metálico. En el proceso, se van colocando dos maderas paralelas, entre las que vierte tierra de 10 o 15cm, y se compacta mediante apisonado. Posteriormente se corre el encofrado a otra posición para seguir con el muro. La tierra compactada se deseca al sol,  una vez que la tapia o tapial queda levantado, las puertas y ventanas se aren a cincel.

Sobre un zócalo de piedra, que a veces se extiende por la fachada de la planta baja, se disponen los muros de adobe y tapial reforzados por travesaños de madera. Todos los muros se recubrían con mortero para favorecer el aislamiento y la mejor conservación de la construcción.

DISTRIBUCIÓN DEL HOGAR

La vivienda cerrateña solía constar de dos plantas, y en ocasiones hasta tres, con un piso superior abuhardillado que cumplía las funciones de desván y, en ocasiones, de palomar.

Las fachadas dan directamente a la calle. Tras la puerta de entrada nos espera un zaguán o recibidor que tras cruzar nos deja paso a la primera estancia, la cocina, donde se ubicaba el hogar, alimentado por una trébede. Según se avanza por la planta baja, se llegaba a un distribuidor con escaleras para acceder a los niveles superiores, donde era frecuente encontrarse con una despensa. Desde este punto se accedía al corral, de un tamaño variable según la construcción y que solía contar con una portonera o trasera  de salida, y acceso desde otra calle paralela.

La primera planta estaba destinada a los dormitorios y alcobas, que también podían encontrarse en la segunda planta, donde se situaba el desván o sobrado.

El corral es una parte muy importante del hogar cerrateño. Normalmente, contaban con una pequeña cuadra destinada a los animales de labor. También era frecuente la existencia de una gallinero y conejera para consumo por parte de la familia y  ya que el carro constituía el medio de transporte de mercancías más común, un lugar para guarecerlo de las inclemencias del invierno. Completaban el corral una leñera para asegurar el combustible de la cocina y del sistema de calefacción, y un pequeño pajar para guardar el alimento del ganado doméstico.