CABAÑAS DE PASTOR DEL CERRATO

Las áreas de pastoreo del Cerrato han sido compartidas no sólo por los ganaderos locales, sino también por pastores trashumantes, que visitaban las tierras cerrateñas a través de la Cañada Real Burgalesa. Fueron estos últimos al verse más expuestos a largos periodos fuera de casa, quienes comenzaron a construir estos chozos y corralizas, donde se refugiaban y protegían al ganado del ataque de predadores.

El tamaño de los rebaños no solía ser muy grande, se calcula que no superaban las 200 cabezas, según se puede estimar del tamaño de las corralizas que se levantaban junto a los chozos.

Aunque pueda llamarnos la atención, existía una regulación legal sobre la actividad ganadera y la tenencia de animales. Así en 1578 se establecía un máximo de 6.500 cabezas de ganado lanar por localidad. Del mismo modo, ningún vecino podía tener más de 70 animales en propiedad, ni cada pastor podía guardar rebaños de más de 500 cabezas. Las ordenanzas también decían así “los rebaños deben permanecer guardados en corrales desde el 1 de noviembre hasta ser cogido todo el pan para evitar el daño que puedan causar en viñas y panes”.

CONSTRUCTORES

Según lo expuesto, solía ser el propietario o el arrendatario el que realizaba la construcción del chozo, para lo cual tomaba como modelo alguno próximo. Aun así, existían grupos de pastores especializados en dichas construcciones que venían de otros lugares. Así que, ya sea por copia de chozos próximos o por la llegada de mano de obra, en varios lugares suelen encontrarse series de chozos prácticamente iguales, con las mismas medidas, características y formas.

 

MÉTODO DE CONSTRUCCIÓN

Primero era necesario marcar una circunferencia en el suelo, que posteriormente se iba rellenando con dos hileras de piedras, la parte interna y la externa de las paredes. Generalmente no se empleaba ningún tipo de argamasa para fijar las piedras, aunque podemos encontrar algún chozo en los que en la pared interior vemos como los huecos de entre las piedras se tapaban con barro o con tierra. El motivo era el de evitar las corrientes de aire.

Cuando las filas de piedras llegaban al metro de altura, la pared se iba estrechando. Al construir así, se conseguía que las propias hiladas de piedra, por aproximación, hicieran la falsa bóveda, que terminaba en el humero. Se conoce como humero el hueco que se dejaba abierto al exterior para que saliese el humo de la hoguera que se hacía en el interior, ya que en el campo la temperatura baja rápidamente y es necesario calentarse. Dicha abertura se tapaba con una piedra plana cuando no era necesario que saliera el humo al exterior.

La entrada al chozo es de escasa altura, ya que de esta forma se evitaba la pérdida de calor en invierno, y suelen estar realizadas mirando hacia el mediodía para aprovechar mejor los rayos solares. Por norma general las piedras más grandes o voluminosas las encontramos en esta parte, creando el marco y el dintel de la puerta.

Por su parte, en el suelo del chozo no se realizaba ningún tipo de alicatado, ya que lo haría más duro y se haría complicado encontrar o tallar suficientes piedras lisas. Tan solo se esparcía algo de paja o la propia manta del pastor que hacían las veces de cama.

Adosados a los Chozos o Cabaña encontramos generalmente las corralizas, que se ubicaban junto al chozo para tener mayor control del ganado. De forma menos frecuente, pueden encontrarse aislados de éstos. Las corralizas suelen tener forma rectangular, con diversas medidas y también están construidos en piedra caliza de páramo sin revoca, como los propios chozos y con un suplemento de espino para prevenir los ataques de depredadores.

Las alturas de los chozos no llegan a los 3 metros. Las medidas de los interiores varían mucho, aunque podríamos decir que tienen de media unos 14m2, pero en realidad son muy pocos los que superan esta medida.

PUERTAS O VANOS

Las dimensiones de las entradas que nos encontramos suelen ser reducidas, no superando el metro y medio de altura, ni los 80 cm de anchura. La razón de estas reducidas dimensiones es la de evitar los fríos y las corrientes de aires, por esta misma razón es por la que los chozos se orientan mayormente al sur o al mediodía. Una vez dentro, estas entradas eran cubiertas con mantas o con materia vegetal por los pastores.

Estas entradas suelen estar adinteladas, esto es la abertura se remata en su parte superior con una gran losa horizontal que va apoyada sobre unas jambas realizadas con piedras o losas colocadas a ambos lados. En algún chozo el dintel era de madera.

También podemos encontrarnos con entradas en arco, son conjuntos formados por piedras colocadas como dovelas, creando un arco muy rebajado.

Y por último encontramos las puertas en ángulo, creando una entrada de mayor altura al colocar dos losas con la inclinación a dos aguas.

HUMEROS O RESPIRADEROS.

Son huecos que se dejaban sin cubrir en la parte superior del chozo, lo cual facilitaba la salida de humo de la hoguera prendida en el interior del mismo. En casi todos los casos, estos humeros pueden cerrarse con una laja de piedra, desde el interior, aunque lo normal es que se cubra de tierra, creando un pequeño montículo de tierra, con mayor poder para resguardar.

En otros casos estos humeros crean una elevación dando una forma diferente al chozo, pareciendo que tiene una autentica chimenea.

CORRALIZAS O CORRALES

Para su construcción siguen la misma técnica constructiva, la construcción a hueso. Es decir, colocar de forma ordenada y en seco de unas piedras sobre otras, de forma trabada entre sí, sin usar mortero ni argamasa para unir las piedras. Se consigue que la estructura no se caiga por el propio peso de las piedras y por la correcta distribución de las mismas.

Podemos encontrar algunos con diferentes divisiones, para así poder separar a las ovejas cuando criaban, a las que daban leche, etc.

El mismo chozo podía tener una sola corraliza o varias.