CALENDARIO ANUAL

El devenir de las estaciones marcaba las distintas labores que había que realizar en el colmenar para asegurar un óptimo aprovechamiento de la colmena, proteger al mayor número posible de abejas y sembrar las condiciones para la producción del año.

En invierno las abejas permanecen inactivas y sin salir de la colmena.  Es momento para recubrir la tapa de las colmenas con barro, también para colocar trapos, sacos o mantas viejas sobre las mismas. De este modo, se atenúa la entrada del frío y se evita que los ratones se resguarden en la colmena.

A final del invierno o principio de la primavera, en los días soleados, las abejas empiezan a salir a pecorear de flor en flor.

En mayo o junio se produce la enjambrazón: la colonia crece y una parte de ella abandona el que era su hogar para fundar otro nuevo.

En verano hay que procurar sombra a las colmenas, controlar las plagas que las pueden afectar y asegurarse que las abejas cuentan con agua.

El otoño es momento para que el apicultor aplique tratamientos sanitarios y equilibre las colmenas (fusión de colmenas, nacimiento de nuevas reinas, producción de jalea real, etc.).

EL TRABAJO DEL APICULTOR

En el colmenar hay que moverse con movimientos decididos, pero no bruscos, pues alteran a las abejas y esta alteración se transmite entre los distintos miembros de la colonia. Por el mismo motivo, también es recomendable que evitemos los colores oscuros y los ruidos fuertes.

Para catar la miel se solía esperar a la estación de otoño o bien en febrero. El apicultor echaba humo para ahuyentar a las abejas y así evitar picaduras. Una vez extraída la miel era necesario dejar parte de las provisiones a las abejas para que puedan pasar el invierno.

Los panales se rompían y se colocaban en una cesta de mimbre al sol o se dejaban escurrir cerca del fuego para extraer la miel, que caía a un recipiente colocado debajo. Cuando ya no salía más, se mezclaba con agua y se calentaba sin dejar que la miel hirviese.

Después se echaba en un recipiente de madera, la miel quedaba abajo y la cera, con la que después se elaboraban las velas, quedaba arriba.

Actualmente ya no se suelen usar ese tipo de colmenares, sino que se utilizan otro tipo de colmenas artificiales y móviles.

En su interior se disponen normalmente 10 cuadros móviles, que se pueden sacar. En cada uno de ellos se extiende una lámina de cera en la que las colmenas abren sus celdillas hexagonales. Estas colmenas permiten mantener los huevos y las larvas separados de la miel.

Para extraer la miel se cortan los opérculos (tapas de cera que cierran las celdillas) y se centrifugan los cuadros.

Fuente: Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono en Valladolid.